viernes, 17 de diciembre de 2010

Las huellas


Posiblemente dentro de miles de años los hombres del futuro estudien y analicen las paredes de El Vergel como ahora hacen en Atapuerca. Entonces leerán mensajes en lenguas muertas como el holandés, el francés o el español, y si son auténticos eruditos entenderán el cabreo de quienes perdieron el mundial de fútbol en 2010, la angustia de quienes no quieren una Bélgica partida y la poca elegancia de quienes se desplazan cientos de kilómetros para calificar de 'maricón' al eterno madridista ahora figura del Besiktas. Como los dinosaurios, hay que seleccionar donde dejar tu huella para que perviva, pues no es lo mismo un lodazal fresco que una roca inerte. No creo que los muros de El Vergel aguanten lo que ha aguantado Altamira, pero no deja de ser bonito pensarlo.

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