viernes, 2 de octubre de 2009

FR 9338

A las 6 de la mañana ya estaba yo haciendo cola para recoger mi acreditación como Gnomo Rastreador no sin cierta prisa… aunque aún no había salido de las instalaciones del europarlamento la sección de personal me parecía otro mundo. ¿Y usted quiere ser Rastreador a su edad? Me preguntaba con incredulidad una antipática Gnomo de Ventanilla. Pues sí, le dije yo muy orgulloso, para ello me requieren. No sin cierta muesca de desprecio, la joven me facilitó un documento que debía firmar después de leerlo… las normas básicas del Gnomo Rastreador eran dos: no interferir en la vida del sujeto rastreado y no leer sus pensamientos. Firmé. Unos segundos después la muchacha me hacía entrega de mi nueva acreditación profesional mientras me despedía de mi antiguo carnet de Hemeroteco y jóvenes Gnomos con cincuenta años menos que yo se arremolinaban admirando esa placa amarilla que en unos segundos les catalogarían como profesionales por primera vez. Y por primera vez en más de seis décadas iba a ver la luz del sol.

jueves, 1 de octubre de 2009

La Mer

Así que estaba yo en mi rinconcito, el mismo que ocupo desde hace sesenta años, atareado con documentos y libros cuando de repente y sin esperarlo, suena el teléfono. Al otro lado del hilo una desconocida voz femenina de edad indeterminable me cambió la vida. No es que no fuese feliz en las catacumbas del parlamento europeo dedicándome a recopilar información de archivo, lo que vosotros conoceis como hemeroteca, es solo que a mi edad apetecen nuevos retos, y este, desde luego lo era. La misteriosa mujer no fue generosa en cuanto a información, pero no tengo por costumbre importunar con preguntas. Solo me dijo que un tal Geshcann dejó de contar su vida en un blog porque con su nuevo trabajo no encontraba apenas tiempo, y que, como el tipo es un poco tarambana, alguien tenía que vigilarlo de cerca, a escondidas sí, pero de cerca. ¿Y por qué yo, señora? Porque nadie conoce mejor Bruselas, porque nadie muestra más empeño en su labor y porque nadie sabe ser más discreto. Y cómo he de nombrar a la señora que de tanta ilusión me colma, que tan cálidas palabras me dedica y que tanta certidumbre deposita en mí. Y aún sabiendo que no era su verdadero nombre, milady respondió: llamadme Madame La Mer. Henchido de orgullo metí mis pocas pertenencias en un saquito y me despedí de mis colegas en los sótanos del europarlamento mientras me preguntaba cómo sería el mundo ahí fuera y, sonriendo con los ojos, silbaba la melodía de Charles Trénet que tantísimas veces había escuchado en mi vieja radio, la mer qu'on voit danser le long des golfes clairs. En unas pocas horas el tal Geshcann debía llegar a Bruselas y a partir de entonces yo sería su discreta sombra. Sí, yo te contaré lo que hace y lo que deja de hacer, sus pasos y sus movimientos, a dónde va y de dónde viene. Esa es mi nueva faena y empieza en unas horas así que te remito a mi primer informe. ¡Por cierto! Mi nombre es Odd, Odd Fortun, y soy un Gnomo.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

martes, 1 de septiembre de 2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

miércoles, 5 de agosto de 2009

FR 9339


Miércoles 5 de agosto. Son las 8.05 de la mañana y el vuelo FR 9339 está a punto de iniciar su singladura con destino a Palma de Mallorca. Las auxiliares de vuelo, antes llamadas azafatas, como bailarinas low cost desarrollan una peculiar coreografía con chalecos salvavidas y máscaras de oxígeno mientras señalan elegantemente las salidas de emergencia y una voz en off te dice que de fumar nanai. Miro a mi alrededor y nadie las atiende. Frustrante para la artista y para la potencial víctima de un plane crash. Quedaría muy cinematográfico que el autor actualizase el blog desde su asiento en clase turista, haciendo balance de los últimos cinco meses mientras el avión recorre a toda velocidad la pista del aeropuerto de Charleroi, pero no os voy a engañar, esta entrada la escribí hace unos días en mi habitación de Jette. Lo que sí es verdad es que toca hacer balance...

Llegué a Bruselas un 10 de marzo y la dejo un 5 de agosto. Casi cinco meses que a veces me han parecido más y a veces menos, pero es lo que tiene el tiempo, que lo que para unos es un día para otros es toda una vida. El balance que hago de esta experiencia no es malo, pero tampoco es el mejor. Supongo que es normal, cuando uno ya cambia de ciudad y país por tercera vez y cuando cada experiencia ha superado a la anterior, que llegue un momento en el que, bueno, se saque un aprobado justo. Bruselas, la verdad, nunca estuvo en mis planes. Lo que yo de verdad quería era ir a Londres o incluso, miel sobre hojuelas, a Estados Unidos. Pero algo que he aprendido estos meses es que en la vida el camino más corto entre el punto A y el punto B es la línea recta, pero el más probable es el zigzagueante. Así, después de meses en los que me veía condenado a pasar de estudiante a pensionista delante de un ordenador enviando currículums, acepté la propuesta de Bruselas. ¿Y que vas a hacer ahí? Me preguntaban una y otra vez, y yo repetía las dos frases que mi futuro jefe me había soltado por teléfono intentando, a base de repetirlas, descubrir en qué consistiría mi trabajo.

Cuando vives en una ciudad, la imagen que te queda de ella no tiene nada que ver con la belleza o fealdad de sus monumentos, calles o plazas, sino con la experiencia personal que has vivido allí; a mí Bruselas no me parece fea, pero no me apasiona. Bruselas es para mi una vieja antipática pero forrada, a la que tengo que hacer compañía si quiero que me dé la clave de su caja fuerte para entonces coger la pasta e irme. En otras circunstancias podía ser la chica del calendario, pero en las mías...

Para empezar la residencia. Lejos del centro y más lejos aún del trabajo, lo que me limitaba no solo la capacidad de improvisar sino la libertad de movimientos. Y otra vez residencia... cuando después de ocho años realmente me apetecía compartir piso con unos pocos y no baño con doscientos. Una residencia que además carecía de ese 'calor' que se vivía en el Barberán en Madrid o en Carli en Padova. Una residencia que no tenía ni nombre propio y se llamaba simplemente Casa de Estudiantes de Jette como el que dice Residencia Universitaria de Carabanchel.

El trabajo ha sido otro factor. Realmente no siento que haya aprendido mucho y tampoco he aplicado lo que ya traía aprendido. Con mi jefe genial, eso sí, pero cuando aún hoy me preguntan ¿Y que haces ahí? la respuesta sigue siendo la misma que hace cinco meses, y si insisten, me encojo de hombros y les digo que lo que he hecho ha sido, básicamente, estar. Estas prácticas rápidamente se me revelaron como una excusa, una posibilidad de meter la cabeza en otra cosa, en las intituciones tal vez, pero esto ha sido un trámite, un pasillo que conecta mi vida universitaria con la profesional, no más. De hecho las horas de ocio creo que han superado a las de trabajo. Y generalmente nadie se queja de tiempo libre si le sobra el dinero para disfrutarlo.

El parné. La beca no era para tirar cohetes y llegó mucho más tarde de lo esperado. Estando las cosas como están he contado hasta el último céntimo y teniendo en cuenta que solamente por salir a la calle ya gastas, he invertido muchas horas en la residencia donde, además, los entretenimientos domésticos me dejaron totalmente tirado. La cámara empezó a hacer fotos rosas y a morir de repente para luego resucitar mientras el ordenador, sufriendo por un sobrecalentamiento en la memoria, la refrigeración o vaya usted a saber donde, me prohibió entretenerme con algún juego, alguna película o música. En ese contexto, que los auriculares de tu iPod se estropeen es ya una broma macabra que pasa de castaño a oscuro y si encima mantener una conversación telefónica con los tuyos es una misión imposible porque cada dos minutos el teléfono se cuelga, o te ríes a carcajadas aún a riesgo de que te ingresen, con toda la razón del mundo, en un psiquiátrico o lloras y te aguantas.

A simple vista, así leído uno puede pensar que existen en el mundo muchísimas personas con más motivos para quejarse y que quedarse sin iPod es cualquier cosa menos dramático. Y lo sé y no dejo de valorar lo afortunado que soy. Pero alrededor de cada uno de nosotros existe un entorno en el que nos movemos a diario y que está compuesto por pequeños detalles, pequeños engranajes que por separado no son absolutamente nada, pero que juntos conforman tu día a día. Si una pieza falla seguimos adelante, pero si empiezan a fallar muchas la situación deja de ser confortable.

Por otra parte son muchísimas las cosas positivas que saco de esta experiencia. En primer lugar la gente que he conocido, las amistades hechas, las risas y las fiestas, porque también las he tenido. Me llevo un inglés un poco más fluido, con un diploma del British Council, la capacidad de entender conversaciones simples en francés e incluso de hacerme entender aunque sea con un vocabulario un tanto precario y la práctica casi constante del italiano. He disfrutado de las visitas de los que están ahí siempre. Javi llegó cuando yo apenas había aterrizado y volvió para llevarme al aeropuerto de vuelta a casa. Isa pisó Bruselas en medio de la historia encantada de conocerse y Cris y Teresa despidieron la ciudad conmigo. Y después está la experiencia en sí misma de la que he aprendido muchísimo. He aprendido a valorar ciertas cosas que antes daba por hechas, he aprendido sobre el esfuerzo y la paciencia y, como decía más arriba, que por muchas metas que nos pongamos no sabemos cuántos meandros tiene el río, cuánto tardaremos en llegar o en qué puertos insospechados recalaremos por el camino.

'El balance que hago de esta experiencia no es malo, tampoco es el mejor', decía al principio, y ahora añado que repetiría. Muchas gracias a quienes me habeis seguido y a quienes, con vuestros comentarios, me habeis dado ánimos y consejos, a quienes me habeis acompañado en esta rutina. También habéis sido parte del viaje. Tras 44 episodios, aquí se acaba este capítulo.

Hasta la vista.



domingo, 2 de agosto de 2009

Exposé


El viernes triunfó la barbacoa. Se nos hizo de noche casi sin darnos ni cuenta, ¿y qué hacer cuando el sol se pone y empieza el fresquete? Pues buscar un techo, pero como el de la resi ya lo tenemos muy visto... mejor el de alguna discoteca. La entrada de 15 eurazos echaba bastante para atrás, pero bueno, la única discoteca de Bruselas se hace valer y aunque al principio estaba un poco desangelada, rápidamente se fue llenando de gente pero sin los típicos codazos a la española, ¿sería por los 15 euros? ¿sería cosa de belgas el pasar de las discotecas? Sea como sea nos lo pasamos muy bien, tanto que se nos empezó a remover la conciencia y nos empezamos a sentirnos infieles. No podía ser que una noche nos divirtiésemos en un sitio que no fuera el Delirium, así que con el arrepentimiento del adúltero, fuimos a visitar a la vieja dama cervezera por lo menos para tomarnos la última mientras cerraba. Eso pasó el viernes.



El sábado fui a visitar la que podría ser mi próxima casa, a partir de octubre, pero la imagen fue un poco desoladora. Lo de los 10 minutos andando a Schuman puede ser verdad si andas muy, muy rápido, pero para un ser humano medio, incluso para uno crecido en Madrid, tardar 20 minutos es lo más normal. El barrio no es que sea feo, es que es de esos barrios que te transmiten sensación de inseguridad y abandono... el piso por dentro no desmentía esa sensación. Un salón enorme a modo de recibidor con una cocina llena de cacharros y porquería en un lado y tres tristes sofás en otro frente a una tele pequeñita... ese es el único punto del edificio en el que hay internet así que para conectarse al mundo te obligan salir de tu cuarto, vaya por Dios, con lo a gusto que se está recién levantado y sin haberse lavado aún la cara, con un cafetito y la primera página del periódico... En ese momento empecé a sonreir, no de felicidad precisamente. Me reía porque tenía la impresión de que el tipo que me enseñaba risueño el piso sabía perfectamente lo que estaba pensando. Y lo que estaba pensando es que no hacía falta que me enseñase más edificio, que con eso me bastaba y que me piraba... A lo mejor por eso el tipo me llevó casi corriendo hacia las escaleras.

Las estrechas escaleras subían y subían decoradas con sábanas tendidas en el pasamanos y toallas secándose al fresco... ropa tendida también por los pasillos y unas habitaciones que daban pena. De tamaño eran muy parecidas a las de aquí, Jette, pero desde luego en cuando a calidez y comodidad... parece mentira que acabe aplaudiendo esta cochiquera desde la que escribo. Me enseñó tres habitaciones, cada cual peor que la anterior. Cuando me asomé a la ventana de la tercera y ví un tejado lleno de trastos oxidados y antenas, entendí la importancia de unas buenas vistas. 'La habitación está un poco sucia porque aún no la hemos limpiado', me explicó el hombre cuando vió la cara de repelús que no pude evitar antes de volver a sonreir, a partirme de risa solo por pensar que el tipo ese creyera que me iba a quedar ahí. Y entonces me vendió el lujo que supone tener lavadora en casa, algo que por supuesto le reconocí... En 15 minutos finalicé el tour quedando con el tipo aquel en que antes de finales de agosto le daba una respuesta...

Antes de llegar al piso patera había recibido un sms de Markés. 'En cuanto salgas de ver el piso vente a casa y miramos donde ir con el coche.' Avisé a un chaval español que llegó hace un par de meses a la resi y unas horas después habíamos visitado un lago sacado de un cuadro y un castillo rodeado de bosques y pradera. La guinda fue el pic-nic en el campo de batalla de Waterloo. De vuelta en el coche se nos cruzó fugazmente la idea de pasar por el Delirium... pero rapidamente la desechamos con un movimiento de mano.




Hoy domingo el día ha transcurrido bastante tranquilo preparando la maleta grande, la que dejaré en Bruselas y en la que he metido el grueso de mis pocas pero pesadas posesiones. Esta noche hay música en vivo en el Floris, a dos metros del Delirium, así que sobre las diez de la noche podreis encontrarnos por ahí... pero en tres días no me busqueis, que estaré en Palma de Mallorca XD.

viernes, 31 de julio de 2009

Born to run

Dos días después de que se marchasen las ratochas, llegaba Markés. Ayer había quedado con él en la Grand Place, que viene a ser Sol, el lugar donde todo el mundo queda y nadie se encuentra, y claro, no nos encontramos. Pero esto no fue por la cantidad de gente que abarrotase la plaza sino porque a Markés se le había pinchado la bici a la altura de Schuman, así que casi sin batería en el movil me acerqué hasta la Comisión antes de quedarme aislado. Entonces, arrastrando la bicicleta llegamos hasta su casa, donde me enseñó fotos de su recién terminado Erasmus milanés. ¿No estás con la depresión post-Erasmus? Le preguntaba todo el mundo y parecíamos sorprendernos de su negativa olvidando que por lo general la sensación de haber terminado el Erasmus te golpea unos días o semanas después de haber vuelto a casa... Entonces, y como aunque parezca dificil el Markés se mueve más que yo, se le ocurrió la idea de pillar el coche y así, como el que no quiere la cosa, irnos a comer una hamburguesa a Lovaina, ciudad al este de Bruselas, y como uno, aunque no se le ocurran, es incapaz de rechazar planes así, pues nos fuimos. A las siete de la tarde estábamos peleándonos con los mapas para llegar a esta ciudad flamenca. Y llegamos, nos vimos el centro histórico en veinte minutos, nos comimos una hamburguesa en el Quick y nos volvimos a Bruselas. Siguiente parada, como no podía ser de otra forma, Delirium con los de mi residencia. Era jueves y había música en vivo, con lo que se agolpaba muchísima gente, hacía calor y las cervezas eran un 25% más caras. Así que me pedí una floja, en honor a Cristina, una de esas cervezas de frutas que se sirven en un vaso que no es vaso, sino medio coco... poco después de terminarme la pseudobirra estaba de vuelta en la resi... Para hoy habíamos planeado visitar alguna otra ciudad o Waterloo, pero un plan bastante atractivo se nos ha cruzado. Una barbacoa en la resi, así que la carretera la dejaremos para mañana.

Mañana por cierto visito la que podría ser mi madriguera a partir de octubre... la verdad es que espero que esos 10 minutos a pie que prometían hasta Schuman no pasen de 20, aceptando hasta cierto punto la publicidad engañosa... Y en cinco días vuelvo por fín a mi islote... esa isla que algunos miserables salpicaron ayer con sangre de inocentes.

martes, 28 de julio de 2009

Homecoming


Llegaron con tormenta pero en unas horas, milagrosamente, se hizo verano. Miramos las fotos de su primera jornada en Bruselas y parece increible que fuesen del mismo día. En unas paraguas y chaquetas, en otras tirantes y gafas de sol.

Ayer dormí no más de tres horas. El día amaneció despejado y soleado pero la falta de sueño y un colchón viejo me hacían ver demasiadas nubes. Acompañé a Cristina y Teresa hasta la Gare du Midi, donde debían coger el bus que las llevase a Charleroi. Ahí esperamos unos quince minutos a que la chofer volviese de desayunar y entonces las despedí, me dí media vuelta y volví al metro. Unas horas después la lluvia volvía a Bruselas.

Los días precedentes habían sido agotadores.

El Viernes no madrugamos, aunque yo dormí menos horas de lo que normalmente habría dormido, y a las 11 de la mañana estaba en pie. Entonces fui a comprar unas pizzas y comimos cómodos y baratos en la residencia. La tarde la echamos en el Atomium y la noche, cómo no, en el Delirium.





El Sábado tampoco madrugamos. Viendo lo rápido que se pasaban las horas en el Delirium, informé a las visitantes de que para conocer Gante no era necesario pegarse un madrugón y que bastaba con pillar el tren a la hora de comer. Como tampoco hacía falta mucho esfuerzo para disuadirlas de la idea de madrugar y se fiaron de mí. No fue hasta bien pasado el medio día que cogimos el tren. Gante, como ya os conté en su día, es una ciudad que sorprende. Te sorprende porque por alguna razón todo el mundo habla de Brujas y al no esperar gran cosa te quedas chocado. Como no podía ser de otra forma, la ciudad les impresionó. Pero no es una gran ciudad y los principales puntos que deben ser visitados están muy cerca el uno del otro conformando una panorámica que en muchas ocasiones te desborda. Mires donde mires todos los edificios son impresionantes, castillos, torres, iglesias, puentes... pero como digo esto es porque todo está concentrado en una misma área. La ciudad por lo tanto se visita en una tarde, pero es que ese día además, Gante estaba celebrando aún sus fiestas que duran 10 días, y la ciudad era completamente distinta a la que había visitado en junio. El centro era un hervidero de turistas y curiosos que se arremolinaban en torno a las decenas de conciertos y espectáculos que salpicaban la ciudad histórica. Niños tocando violines y flautas, escoceses con sus gaitas y atuendos típicos, música latinoamericana, bailarines de break dance... cada cien metros, un show. Pero donde se concentraba el espectáculo era a ambas orillas del canal, donde las terrazas y la música te invitaban a pensar que tal vez Gante hubiese sido movida del mapa unos cuantos cientos de kilómetros al sur. Ahí vi a algunos pasear con una soga al cuello. Era una cuerda blanca y negra y me llamó mucho la atención y me gustó, así que me compré una igual y, como las chicas se volvieron locas con una pulsera que habían visto, le compré otra igual a mi hermana. Ese día volvimos a Bruselas apurando al límite y pensando que a las 00.00 pasaba el último bus que nos podía llevar a la residencia, y como antes del bus teníamos que coger un tren y un metro, dejamos Gante sobre las diez de la noche, apurando digo, pero sin miedo a perder el tren, al fin y al cabo quedarse hasta las cinco de la mañana en una ciudad tan animada no nos habría supuesto ningún trauma.







El Domingo también me levanté sorprendentemente pronto. Sobre las nueve estaba en pie. La noche anterior no habíamos salido porque habíamos utilizado el último bus para ir a la resi, así que las comunicaciones con el centro estaban cortadas. Daba igual, trasladamos la fiesta a la residencia así que tampoco nos fuimos a dormir temprano. Aún así nos levantamos relativamente pronto. El día se presentaba muy relajado. Ya habíamos visto prácticamente todo lo que había que ver en Bruselas, habíamos subido al Atomium y habíamos visitado Gante. Así que, como ellas querían un día para ir de compras, nos fuimos de cabeza al centro. Los chocolates no podían faltar en la lista de la compra y ante la vorágine consumista de las señoras, pensé que mejor no dejarlo para el último momento y comprar, ya que estábamos, los chocolates que llevar a Palma. La mejor compra sin duda fue la placa del Delirium que compró Cris. Ni miniaturas del Manneken, ni reproducciones del Atomium, ni postales de la Grand Place... lo mejor es comprarse la placa del Delirium Tremens. Cuando se saciaron nos dirigimos, yo con mi bolsita pequeña y ellas cargadas con puñados de bolsas, a la Grand Place, donde nos tomamos una cerveza en una terraza antes de volver, cómo no, al Delirium, donde hemos pasado más horas que en la residencia y donde se despidieron de Bruselas.

Esa noche dormí no más de tres horas. El día amaneció despejado y soleado... y el resto de la historia ya os la sabeis.



viernes, 24 de julio de 2009

I Do



Ayer solo dormí cuatro horas. Sorprendentemente la secadora ya no te pide tres monedas para secar la ropa de verdad, y con una sola programa un secado de noventa minutos y no de veinte como hasta hace una semana. Así me tocó quedarme hasta entrada la madrugada para recoger la ropa limpia y seca. Por la mañana me despertó un taladro que perfora con empeño para instalar una conexión a internet por cable. Algo que no entiendo porque a día de hoy disponemos de red sin cables... Pero bueno, me vino bien para no quedarme dormido y llegar a tiempo a la Gare du Midi, donde tenía que encontrarme con Teresa y Cristina. Realmente la puntualidad daba igual después de habernos tirado casi una hora buscándonos en una estación enorme y mal señalizada. Como aquella vez en la que fui a buscar a Isa, Gare du Midi se convirtió en un absoluto laberinto. Pero al final las encontré.

Ahí empezó el día para mí, aunque para ellas había empezado la noche anterior que pasaron en el Aeropuerto tapadas con toallas a falta de mantas y esperando un avión madrugador. Llegamos a la resi y nos relajamos para tomar impulso... el día iba a ser muy largo. Una pizza y una cerveza para empezar y ya estábamos listos para patear la ciudad. El clima jugaba en nuestra contra. La lluvia insistente que las recibió dio paso a un respiro con un poco de sol... y luego a otra intensa lluvia... y luego otro trozo de sol... y al final los cachos de verano eran más largos que los de otoño hasta que se nos quedó una noche despejada y agradable.

Poniéndonos y quitándonos jerseys y capuchas, recorrimos la Grand Place y visitamos al Manneken Pis y a la Jeaneken Pis. Pateamos las callejuelas del centro, visitamos el barrio europeo y nos tomamos una cervecita en la Plaza de Luxemburgo. Después de esto volvimos a la residencia donde nos preparamos para afrontar lo que se preveía como una dura noche... Esta empezó en Delirium Tremens, donde se celebraba un concierto y donde Cris se enamoró de las cervezas de frutas. Un par de horas después cruzamos el callejón para visitar el pirata Floris y pedir uno de sus famosos y poderosos mojitos. Ahí nos encontramos con gente de la resi. El cansancio fue haciendo mella en Teresa y la opción del taxi cobró fuerza. Reventados, nos despedimos del largo día...

...Y esta mañana, madrugando de nuevo gracias al taladro, descubro en mi bandeja de entrada que en Octubre tendré que sacarme, finalmente, un billete para Bruselas...










miércoles, 22 de julio de 2009

Through the looking glass

Último día en la oficina. El calor agobiante te recuerdan que aunque es el primer julio fuera de Mallorca, el verano llega y avanza sin esperarte. Como nuestro amigo Fran, perdido por Canadá y Alaska, convirtiendo julio en invierno. Las nubes que se cruzan rápidamente con el sol, como un interruptor de la luz que alguien encendiese y apagase, te recuerda que esto es Bruselas. Ayer los belgas celebraban el día de su patria pero yo trasladaré las celebraciones al próximo fin de semana, que es cuando se tienen que celebrar las cosas. Mañana aterrizan en el corazón de Europa dos barberianas con ganas de quemar la ciudad y yo aún no he ni pasado la aspiradora por la moqueta de la habitación... Me tocará madrugar un poco más porque lo de coger las pelusas con las manos está bien salvo cuando estas se acumulan en sitios inaccesibles tanto para la mano como para el ojo humano... y claro, cuando el viento las saca de sus escondites ya no es que parezcan ratas, es que incluso parecen marmotas. A partir de mañana colgaré las fotos de las nuevas visitantes y la habitación impoluta.
Antes de que acabe el día, por otra parte, mi móvil debería sonar...

sábado, 18 de julio de 2009

The beginning of the end

Tras cuatro días seguidos de trabajo, nuevamente se presentan ante mí unas mini o maxi vacaciones. La semana pasada tuvimos un poco más de actividad. Resulta que la organización en la que trabajo está en trámites para crear una Fundación, y uno de los aspectos que deben atenderse con mayor interés es la creación de la página web. Así que durante estos cuatro días mi trabajo ha consistido en visitar distintas páginas de fundaciones para obtener los factores comunes, aquellas cosas que se repiten en todas las páginas. La página se encarga de hacerla un conocido nuestro que nunca falla en la Plaza de Luxemburgo, por lo que al fin y al cabo todo queda en casa. No ha sido mucho trabajo la verdad, os podeis imaginar que para visitar unas cuantas webs no se necesitan muchas horas ni muchos días... pero al fin y al cabo era algo más o menos útil. La semana que viene se presenta con la promesa de una llamada telefónica y el martes es la Fiesta Nacional de Bélgica, por lo que el lunes tampoco se trabaja y en principio vuelvo a la oficina el miércoles... aunque tampoco está nada claro teniendo en cuenta que no hay mucho trabajo que hacer y que mi jefe empieza sus vacaciones el jueves... así las cosas he llegado sin darme cuenta a las vacaciones pisando el freno desde marzo hasta aparcar a mediados de julio por tiempo indefinido. Por detrás queda una larga temporada con los niveles de estrés por los suelos... desde septiembre podríamos decir... y por delante se presenta un mes de agosto de relax total y absoluto además de una duda: tras esta primera y light aproximación al mundo laboral, ¿seré capaz el día de mañana de rendir en un trabajo en el que tendré que presentarme de lunes a viernes a las ocho de la mañana, semana tras semana, abordando objetivos, soportando estrés, teniendo como mucho una hora para comer y no tres como ahora y haciendo horas extra? Desde luego, a día de hoy, no he sido entrenado para ese reto pero a 18 de julio, ni me importa.

martes, 14 de julio de 2009

The Constant

Resulta que ayer por la mañana quien escribe, tras haber dormido solo tres horas, estaba en la puerta de la oficina tocando al timbre como un loco... Mi jefe vive en el mismo edificio donde tenemos el despacho, por lo que alternaba un telefonillo con otro. Nada. A veces, cuando el botón de la oficina enmudecía y probaba con el de su casa, una voz me pedía que le diese 30 minutos -que luego eran 60 ó 90- porque las sábanas, ya se sabe, tienen un tremendo poder de atracción, algo que yo también sé muy bien pero que ese tal Newton ignoró al centrarse en la caída de las manzanas. Pero ayer, tras media hora de guardia en la puerta de la oficina, con il iPod cojo -uno de los auriculares ha dejado de funcionar. Sí, lo que me faltaba en este caos tecnológico de ordenadores impotentes y cámaras rosas que me rodea... por no hablar de la imposibilidad de contactar vía telefónica con Palma de Mallorca...¿que tienen las máquinas en mi contra que han decidido sublevarse todas a la vez?- pero al menos disfrutando del solecillo. Sí, gracias a Dios el sol volvió a hacer acto de presencia el domingo después de cumplirse seis días de penumbra y lluvia... y después de arrepentirme durante seis días por haber deseado el fin del sol y el calor... pero el que no se presentaba era Dave... Obviamente a la media hora he dado media vuelta y me he vuelto a la resi... así, por la cara, dos horas perdidas...

¿Y por que a la resi? Un día soleado, un día libre... pero Jette -o como la llama Isa O-Jette- se ha convertido en la madriguera en la que espero a que pasen los días, simple y llanamente, sin obligaciones, sin responsabilidades, sin estudiar ni trabajar. Espero a que vengan a visitarme los del Barberán, espero a tener noticias sobre mi futuro profesional, espero a que sea fin de semana para que alguien me acompañe al Delirium... pero nada más, res de res que se diría en mi isla. Aishhh cuánto hecho de menos esos juegos de ordenador con los que he visto tantas veces amanecer... cómo hecho de menos el Civilization, el Empire Earth, el Sim City, el Age of Empires, el Geopolitical Simulator... creo que lo primero que haré cuando pise Palma será instalar todos esos juegos en el ordenata de mi hermana e invertir horas en abstracción. Y es que aquí la constante ha sido más bien el ocio... pero el ocio es caro y no estamos para derroches mientras el ordenata tampoco está por la labor de proporcionarme entretenimiento barato....Desde el lunes pasado mi jefe ha estado en España y en teoría debía llegar el domingo para trabajar el lunes pero... he tenido que enviarle yo un sms anoche para descubrir que la rutina -¿rutina he dicho? si la rutina, la constante, es precisamente resi...- se reanudará hoy martes.

Pero mucho antes de eso, mientras volvía del fallido intento de trabajar, dos caprichos que no suelen visitarme me han asaltado. Comprar verduras e ir a misa, fíjate tú. Ni soy muy religioso ni mi dieta es muy variada -salvo cuando como en casita- pero es que hay determinadas cosas que a veces el cuerpo te pide. Y ayer, cuando bajaba del autobús para ir a comprar la ensalada empezaban las campanas de la iglesia a repicar llamando a la misa de las 11.00, así que para allá que he ido, a esa misma iglesia picuda que veo desde la ventana de mi habitación, esa iglesia que es la primera muestra de civilización que aparece entre mi residencia y el resto de Bruselas, situada muy cerca del Carrefour es el centro de uno de esos núcleos donde se puede decir que hay vida, vida de barrio, o al menos vida más o menos organizada en vez de edificios autónomos e independientes como un hospital, un parque de bomberos o una residencia de estudiantes.

Y hoy nuevamente me siento delante del ordenador de la oficina a revisar todos los periódicos online de España. Uno tras otro. Empiezo con El Mundo y acabo con El País, como si fueran portada y contraportada después de haber pasado por El Semanal Digital, ABC, La Razón, Periodista Digital, Libertad Digital, El Confidencial, El Confidencial Digital, La Nación, El Imparcial, La Vanguardia, Estrella Digital, Libertad Balear... y cuando llego al último, vuelta a empezar, que para entonces seguro que el primero a actualizado. Y así no me queda más de una semana de 'curro'. Después visita de Ratochas, después visita de Markés... y después playa, fiesta y mucho, mucho entretenimiento en forma de juegos... sí, esa será a partir del 5 de agosto mi nueva constante.

lunes, 6 de julio de 2009

Listen the rain on the roof


Y ya por fín llovió. Siendo como soy de verano, sol y calor, no me podía imaginar celebrando una tormenta. La verdad es que no ha sido ninguna sorpresa. Ya al medio día el aire se movía como no lo había hecho en semanas. Unas nubecillas negras se abrían paso arrastrando ese característico olor a lluvia. Y entonces ha sucedido. El viento ha empezado a solplar con más fuerza y un manto gris ha ocultado la ciudad, por fín la Bruselas gris y lluviosa. Ha llovido bien y con fuerza, pero tan solo durante unos minutos. No hacía falta más, ha sido suficiente para rebajar un poco las temperaturas, para limpiar el aire sofocante y dejarnos con el olor a tierra mojada. Ahora el sol nuevamente se abre camino en lo que me comentan que ya debe ser el final del verano bruseliano... corto pero intenso por lo que veo...

Por lo demás semana de vacaciones en la que intentaré sacarme el billete de ida a Palma sin conocer aún la fecha de vuelta a Bruselas y si los señores de Ryanair me dejan... y semana en la que empezaré a planear la visita de las ex barberianas ahora ratochas y la cata de cervezas en el Delirium que la economía nos permita. Y en esas estamos...

sábado, 4 de julio de 2009

City on Fire

Bruselas es un infierno. La humedad no baja del 50% durante el día y alcanza hasta el 90% en la madrugada. Las temperaturas rondan los 30 grados y el aire ni se mueve. La ropa se pega al cuerpo y va directa a la lavadora tras un solo uso. Tolero muchísimo mejor el calor que el frio, pero no me importaría nada que reapareciese la famosa Bruselas gris y lluviosa que me prometieron aunque sea por unas horas... una buena nevada tampoco estaría nada mal, o simplemente una ráfaga de viento que mueva este aire viciado y pesado. Fuera, ni los pájaros se atreven a volar.

miércoles, 1 de julio de 2009

Maternity Leave



Estabamos donde las águilas y los buitres cuando un rugido atronador nos hizo movernos a marchas forzadas. Después de haber estado esperado pacientemente en su correspondiente foso, la tigre non c'era, pero ahora parecía convocar a todos los visitantes que aún, pacientes, esperasen su aparición. Llegamos corriendo antes de que volviese a desaparecer en el cuartito que se divisaba tras unas hojas de palmera. Nos cruzamos con un montón de gente sentada en la terraza de un chiringuito, con turistas armados con cámaras de fotos y con un pato histérico que no dejaba de graznar. Qué simpático el pato que no tiene miedo a la gente. Llegamos al cerco del tigre y ahí estaba tumbado, majestuoso, solo, rugiendo no se sabe por qué, tal vez porque se sabía la estrella del Zoo de Amberes. Entre el enorme tigre y nosotros solo había un foso. El felino más grande del mundo se lamía como si fuese un gato de tres metros cuando en el foso, nadando, descubro dos pequeños patitos. Detrás mía el pato adulto seguía graznando como loco sin prestar atención a la gente cuando de repente lo entendí todo: estaba buscando a sus hijos que, de alguna forma, habían acabado en el foso del tigre. Los patitos nadaban desesperados sin poder salir del agua, pues el bordillo estaba demasiado alto. O eran rescatados al anochecer por el personal del zoo o su muerte era segura, bien por agotamiento bien sirviendo de aperitivo al tigre. Los niños pequeños correteaban persiguiendo a la pata que llamaba desesperada a sus crías sin ser conscientes del drama que se estaba viviendo. Comprendiendo en aquel momento que incluso algo tan simple como un pato es capaz de padecer, entendí el papel fundamental que en nuestra sociedad juegan los zoos, amados y denostados a partes iguales pero que conforman, desde mi punto de vista, una herramienta de educación fundamental que acerca la naturaleza a todos aquellos niños sobre cuyas espaldas recae la responsabilidad de proteger o salvar el planeta, el medio, la biodiversidad y para quienes los zoos constituyen la única aproximación posible a unos animales a los que solo pueden proteger queriéndolos y a los que solo pueden querer conociéndolos.



Y ya que hablamos de madres, no quiero dejar de felicitar a la mía por sus recientes éxitos.

El verano ha llegado definitivamente a Bruselas. Tras una semana de temperaturas agobiantes estamos en condiciones de certificar que aquí, también, es verano. ¿Y como pueden vivir en el norte sin sol y calor? Pues señores, viven igual que nosotros. Por mucho que llueva, por muchos días grises que hayan, a los bruselianos les gusta el sol tanto o más que a nosotros. Estos días las calles están a rebosar. Más de 30 grados invitan a los nativos a vestir tal y como vestirían los españoles en España. Y así estoy yo, que he cambiado los restaurantes por un bocata y un parque con el fin de matar el blanco nuclear belga que me ha acompañado desde hace meses y vaya si lo he conseguido, de hecho hasta me he quemado¡¡

Por lo demás han sido días de bastante trabajo en los que, en contra de la costumbre establecida, lejos de salir un par de horas antes del fin de mi jornada, he salido una después. Mañana la curva de stress baja de nuevo y tocará fondo el lunes. Mi jefe, Dave, se va de Bruselas y tengo por delante una semana libre. A partir de entonces tan solo me quedarán una o dos semanas de trabajo... y después Palma de Mallorca. No deja de acollonarme cómo pasa el tiempo.



domingo, 28 de junio de 2009

Sunday

Fin de semana tranquilo.Tocaba reponer fuerzas y recuperarse de una semana un poco más dura de lo normal que fui arrastrando desde que el lunes aceptase la invitación de mi jefe para ir a un concierto de AC/DC en Ámsterdam. De la ciudad no vi nada, así que tendré que volver, pero el concierto mereció la pena. Este domingo he ido con un amigo italiano del curso de inglés a Amberes, la tercera Gracia de Flandes que me faltaba. La verdad es que la ciudad es bonita, queda por debajo de Gante y Brujas pero merece ser visitada. En ella también encontramos rincones asombrosos, callejuelas sorprendentes e iglesias preciosas. La catedral no tiene desperdicio. Después de comer una pizza dejamos las calles, los coches y el asfalto y lo cambiamos por la selva, los tigres y los reptiles. Nos vamos al Zoo.

Cuántos años sin ir a un Zoo. Seis años viví en Madrid y no pisé el suyo. Tenía que volver a estar en contacto con la fauna y meterme en lo más parecido a la naturaleza que podemos encontrar en la ciudad. Tigres, leones, hipopótamos, elefantes, jirafas, flamencos, cocodrilos... bueno, bueno... para qué numerarlos todos, mejor os dejo con las fotos y ya poneis vosotros los nombres...

Empecemos por la ciudad...




Y continuemos por el Zoo...