domingo, 12 de diciembre de 2010

Los elefantes de Bruselas

Montarse en barco en el siglo XIX no es como hacerlo ahora. La travesía entonces era tan importante como lo que pasaría al llegar a puerto y estaba llena de peligros y amenazas que convertían en intrépidos valientes a quienes se proponían cruzar el oceáno. Los viajes en los modernos transatlánticos, en los rapidísimos aviones o en los trenes de alta velocidad, obsesionados con llegar al destino lo antes posible, han quitado ese halo de aventura al viaje en sí mismo. A algunas personas el mar les encierra y comprime, a otras nos ofrece un espacio amplio, limpio y libre. No podía ser de otra forma, el primer poster que decorase mi habitación en Bruselas tenía que ser el de un gran barco de los de antes, de los que servían tanto como transporte como para aventura.






Hoy vimos el sol depués de mucho tiempo. De un color extraño y muy bajo, pero ahí estaba, redondo como siempre. Hacía tanto tiempo que no salía que uno no podía evitar mirarlo directamente y pensar lo que nunca antes había pensado, 'qué bonito es'. Metido en el papel de quienes hace siglos se embarcaban hacia lo desconocido he pisado partes de la ciudad en las que nunca había estado en un fín de semana de consumismo navideño en el que hasta la ropa que aquí venden me parecía tan exótica como si estuviese en un país del lejano oriente y no en la Bélgica europea del 2010. Todo se ve distinto cuando te pones las gafas de explorador.








2 comentarios:

Sara dijo...

Bueno, bueno, el poster es precioso, cálido, no se, me gusta un montón ese color sepia, muy bonito y las fotos que has hecho son super, sobre todo la primera.
Weno nene, un beso gordote

Sara dijo...

Me ENCANTA!!!!!!!!!!!!
Está precioso, preciosos, el banner es total, besos nene