martes, 17 de agosto de 2010

Born to Run

Una semana en Bruselas y es como si hubieran pasado tres meses desde que dejé Mallorca. El cielo está cubierto por una inmensa nube gris y cuando no llueve con fuerza chispea. Al principio solo había lluvia, ahora también hace frío. ¿Seguimos en agosto? Tal vez para los afortunados del sur. Aquí en Bruselas, ya estamos en noviembre.


Hace una semana no solo disfrutaba del sol mallorquín sino de la calma de la isla. Ahora ya estoy acostumbrado a pasar en casa las horas justas para cenar y dormir antes de caminar veinte minutos a la oficina muchas veces bajo auténticos aguaceros. Me he resistido una semana a comprar un paraguas pensando, o queriendo pensar, que en este mes cualquier lluvia no puede ser más que esporádica y rechazando que lo extraño sea el sol. Por suerte la mayor parte de las tormentas las veo desde la ventana de la oficina, una oficina que ya es como mi casa.

Y es que el ambiente de trabajo no podría ser mejor. La oficina es lo suficientemente pequeña como para albergar no más de seis o siete personas pero tan grande como para desarrollar proyectos de cooperación y desarrollo en todo el mundo, un tema que me apasiona. En estos momentos las labores son meramente administrativas pues estamos preparando los concursos. Emails, teléfonos, papeleos, pizarras y subrayador son las herramientas de trabajo junto a muchas horas de ordenador y alguna taza de café. Pero lejos de lo que podría parecer, no es en absoluto aburrido porque no es para nada rutinario. Más bien al contrario. Saltamos de un proyecto a otro, cada uno en una fase distinta, creando equipos, diseñando grupos, imaginando los movimientos de la competencia pendientes siempre de la fecha límite. Como aquellas marcas en los calendarios que adornaban mi habitación en la universidad, la fecha se acerca, y cuando llegue y entreguemos nuestro proyecto no quedará más que esperar un veredicto del que solo puede haber un aprobado. Si ganamos, fiesta, champán y celebración por lo que vendrá después. Si se pierde, cada día surge una oportunidad nueva con la que empezar de cero al margen de las que se puedan encontrar ya a medio camino.

Es por lo tanto un trabajo extraordinariamente dinámico, explosivo. Trabajamos con muchos proyectos simultáneamente, de distintos tamaños y en distintas etapas. Multiples objetivos a corto plazo. Si ahora estamos en la fase final de un concurso sobre África, Caribe y Pacífico, esta misma mañana asumimos un nuevo proyecto sobre Haití que se suma a las casi dos decenas de retos que manejamos alrededor del mundo. Adrenalina en vena. Por si fuera poco, trabajo a las órdenes de dos mujeres más listas que el hambre, inmunes al estrés y con la confianza de quien conoce este mundo mejor que el salón de su casa. Los ingredientes perfectos para aprender rápido y bien... incluso en una semana. Lo dicho, como si hubiéramos saltado tres meses en el tiempo.

3 comentarios:

Isabel mamá de Laura dijo...

germanitx! lo que cuentas es apasionante, a ver si hay suerte y te sale algún proyecto...en Hawai??? :D
por cierto, cuidado con el paraguas q no venga alguien de visita y te lo pierda!jejeje
bsos

Tropiezos y trapecios dijo...

¿Sabes qué es lo más importante?

Tener un trabajo que te llena y apasiona, muy pocos consiguen algo parecido a la largo de su vida.

En Madrid sigue haciendo un calor espantoso, tengo muchas ganas de que llegue otra vez la moderación en las temperaturas, que no el frío :-)

Un saludo

Oski.

Germán Van der Walle dijo...

Hola Iabel,

Jajajajajaja un proyecto en Hawai? Pues anda que no estaría genial ;p La verdad es que el trabajo me gusta mucho y disfruto haciéndolo así que ya ves, más contento que unas castañuelas. XD

Hola Oski,

Lo que dices es cierto, al trabajo dedicamos muchas horas en nuestra vidas y si es algo que no te gusta puede ser terrible... Disfruta del calor que lo bueno no dura mucho XD Un saludo y enhorabuena por tu blog, espero que tenga mucho éxito en los premios.