lunes, 4 de mayo de 2009

Back in Business

Para la gente de nuestra generación hay cosas que siempre han estado ahí. La tele, los microondas, los coches y Matías Prats. Pero otras, sin embargo, empezaron a formar parte de nuestra rutina después de que fuéramos conscientes de lo que nos rodeaba. Internet, los móviles, el euro, las cámaras digitales, las low cost, la clonación y los kebab.

Prácticamente todos recordamos cuando nos conectamos a la red por primera vez, cuando nos regalaron el primer movil, el lío de los céntimos y los decimales y el recelo con el que recibíamos el cambio... sospechando que nos estaban timando pero incapaces de hacer cuentas y demostrarlo. Todos recordamos cuando pasamos la primera foto al ordenador (bueno Sariña no que aún sigue con las de carrete de toda la vida, es una romántica), la idea de que cualquier billete de avión por menos de 100 euros equivalía a muerte segura o a quedarte sin maletas, el lío que se nos montó en la cabeza cuando nos explicaron que una oveja se había parido intrínsecamente a sí misma y que eso podía pasar también en humanos y dinosaurios... Y la llegada de los kebab.

Yo estaba en Madrid, y ahí llegaron antes que a Palma, como los rumanos. Recuerdo que alguien me comentó que se había comido uno (un kebab, no un rumano) pero yo no sabía de que me estaba hablando. Recuerdo que cuando me explicó en que consistía no me pudo dar más asco, 'un trozo de carne clavada en un pincho que da vueltas alrededor del fuego en la calle'. ¿En la calle? Bueno, los chiringuitos no eran muy higiénicos y además solían poner la carne junto a la puerta o la ventana, pero lo que empezó siendo algo asqueroso terminó revolucionando el concepto de comida rápida y la vuelta a casa de los fiesteros trasnochadores. Yo los descubrí en Madrid pero me comí el primero en Padova, en la Via Belzoni.  Y todo esto viene porque a pesar de recordar todo lo que recuerdo no consigo acordarme del nombre de un kebab que me comí hace un mes en un restaurante (porque ahora ya se comen en restaurantes con cuchillo y tenedor) al que voy de vez en cuando a jugar a la tómbola de 'a ver si acierto hoy'.

Y realmente no es que no me acuerde. Es que la primera vez que fui lo hice con mi jefe y pidió él mientras yo estaba en el baño. No sé si sería ese pedazo de plato, con patas y ensalada, con la carne tostada y la masa, con las aceitunas y la salsa... o el hambre perruna que llevaba pero ese kebab se grabó a fuego en mi memoria. Hoy he vuelto, pensando que esta vez era la definitiva... pero tampoco. Hoy me ha tocado un plato de carne con trozos de pan mojado en una salsa extraña, cuatro rodajas de tomate y un pimiento picante... Podría preguntar directamente como se llama el kebab que busco, pero esto ya se ha convertido en un reto obsesivo

Lo que quería contaros antes de perderme entre las ramas era que después de la semana de Estrasburgo y una semana más de vacaciones he vuelto al trabajo, con ilusión y voluntad, porque estar ocioso un par de días está bien pero más aburre, cansa, agota y desquicia (así he llegado a obsesionarme con un kebab). Tampoco es que haya tenido mucho trabajo, básicamente he actualizado mi currículum y he dejado todo listo para volver a reiniciar el envío masivo de cartas de presentación y currículums a diestro y siniestro, al fin y al cabo me quedan tres meses de prácticas y tengo que empezar a moverme, pero por lo menos he madrugado y puedo decir eso de 'oish que cansao  que estoy'  ;p


4 comentarios:

Sara dijo...

Pues mira tu, yo no he sido ni sere capaz de meterme entre pecho y espalda un kebab, ni de coña! me da tal asco solo el olor que te diria que si me forzaran seguro lo vomitaba...aggggggg que azco.
Esto que cuentas de tener tantas horas de ocio es normal que te termine aburriendo, has entrado en una dinamica que un dia esta bien...pero mas... es una putada!
Suerte con el envio, aunque la suerte como tal yo creo que no existe, a la perseverancia le llaman suerte... bsos. (sigo sin acentos)

Paquito dijo...

Mi primer kebab fue en Francia, en Septiembre del 2000: mi segunda noche en el país...

Salimos a conocer a los compañeros de la universidad y de pronto, como no, hubo gazuza...

Así que, una chica que estaba por allí, me llevó a descubrir el mejor Kebab que he conocido (y comido) en mi vida: "Chez Haidi" en Clermont-Ferrand (con Fatti, que era un hombre encantador que siempre me recibía diciendo "¡Hola amigo!" :-)).

Volvería a Clermont unos años más tarde para visitar a una amiga...

¿Imaginas qué es lo que le pedí de cena? :-))

Un abrazo desde Amsterdam,

Paquito.

Germán Van der Walle dijo...

Hola omá, pues depende del dónde, como todo, pero un buen kebab es un buen kebab... bss

Hola Paquito, es que esos descubrimientos no se olvidan... Un abrazo!

Sara dijo...

Holaaaa!!

Antes casi no habia kebab pero ahora doblas una esquina y te encuentras quince por lo menos...! Yo me comi uno muy rico en Marrakech, aunque no era Kebab del todo, sino que era como un rollito y no empachaba tanto! Es que yo no me termino un kebab...Entre que me da "no se que" llenarme las manos y la cara de salsa jajajajajaja y que son muy grandes, no llego a disfrutar! Me tiro mas tiempo limpiandome que comiendo!


Me alegro de que hayas vuelto a la rutina, que tanto tiempo de descanso acaba aburriendo.

Besos!!