domingo, 29 de mayo de 2011

Kobenhavn V: Anybody can be a Copenhagener

Esa es la conclusión y aquí acaba este cuento. El quinto día, ya sin Teresa, lo pasamos en la vecina localidad sueca de Malmo. Dos países que no se pierden de vista unidos por un puente físico y mil sentimentales.





Desde el puente, en el centro de la imagen ya se puede divisar el rascacielos más famoso de Malmo.





 El Turning Torso es obra del arquitecto español Santiago Calatrava

A pesar de estar en mayo, en las terrazas de Malmo cada silla tiene una manta para que los clientes se abriguen. Era un día bien soleado, las lámparas de calor estaban encendidas, y aún se hacían necesarias las mantas.


Y si te asomas al Báltico desde Malmo, al fondo ves Copenhague y el puente que comunida ambas orillas.
 Nos marchamos de Dinamarca con sensaciones encontradas y aún en shock. Cuando por la mañana dejamos las bicis en la puerta de la estación de tren para ir a Malmo, debí dejarme la bicicleta sin candado... un problema no solo porque la bici me la había prestado un amigo de Cristina al que haría una faena si me la robaban, sino porque el candado yo lo había puesto... en la bici de al lado, en la de un desconocido al que le hice también la faena.... Cuando por la tarde volvimos, ahí estaba mi bici, desprotegida y entera. Nadie la había robado. Posiblemente fuese suerte o la casualidad desvió a los potenciales chorizos, pero fueron muchos, demasiados, los gestos que vimos y que prueban un caracter, una forma de ser exótica y especial. Obreros que dejan su puesto para ayudar a un ciego a cruzar un paso de peatones, vecinos que se te abalanzan en cuanto despliegas un plano para ayudarte, desconocidos que te introducen en sus tradiciones y cultura con una confianza que no entendemos. Porque tal vez la palabra sea esa, confianza. Dejan a los bebés aparcados en los carritos y entran a los bares con la total confianza de que no les va a pasar nada a los críos. Los españoles en cambio recelamos, sabemos (o creemos) que si te expones te la clavan, si dejas la puerta abierta te roban, y si ofreces ayuda te la dan. Desconfiamos.

Hace poco las autoridades sacaban una campaña que da título a este último post danés: cualquiera puede ser de Copenhague. ¿Pero de verdad puede ser de Copenhague cualquiera? Ahora muchos se llevan las manos a la cabeza cuando el gobierno danés o los gobiernos nórdicos en general adoptan posturas que con ligereza calificamos de extremistas, xenófobas o ultras,  y dudan de su caracter abierto, hospitalario y acogedor, cuando es tan facil como pararse a pensar en la decepción y sorpresa de quienes no se plantean la posibilidad de que les pase algo malo a los bebés por dejarlos solos en la calle, y les pasa, no contemplan la idea de que les roben por dejar las puertas abiertas, y les roban, se exponen y se la clavan, se ofrecen y se la dan... y un solo halcón es suficiente para asustar a un puñado de palomas.

Con sus aciertos y sus errores, es mucho lo que tenemos que aprender de los nórdicos. La lección que nos dieron fue tan dura como extraordinaria. Como dice la canción de la citada campaña if you want me I´m your country, si me quieres soy tu país. 

Esta es la entrada número 100 de este nuevo Geshcann around the world...

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