viernes, 31 de julio de 2009

Born to run

Dos días después de que se marchasen las ratochas, llegaba Markés. Ayer había quedado con él en la Grand Place, que viene a ser Sol, el lugar donde todo el mundo queda y nadie se encuentra, y claro, no nos encontramos. Pero esto no fue por la cantidad de gente que abarrotase la plaza sino porque a Markés se le había pinchado la bici a la altura de Schuman, así que casi sin batería en el movil me acerqué hasta la Comisión antes de quedarme aislado. Entonces, arrastrando la bicicleta llegamos hasta su casa, donde me enseñó fotos de su recién terminado Erasmus milanés. ¿No estás con la depresión post-Erasmus? Le preguntaba todo el mundo y parecíamos sorprendernos de su negativa olvidando que por lo general la sensación de haber terminado el Erasmus te golpea unos días o semanas después de haber vuelto a casa... Entonces, y como aunque parezca dificil el Markés se mueve más que yo, se le ocurrió la idea de pillar el coche y así, como el que no quiere la cosa, irnos a comer una hamburguesa a Lovaina, ciudad al este de Bruselas, y como uno, aunque no se le ocurran, es incapaz de rechazar planes así, pues nos fuimos. A las siete de la tarde estábamos peleándonos con los mapas para llegar a esta ciudad flamenca. Y llegamos, nos vimos el centro histórico en veinte minutos, nos comimos una hamburguesa en el Quick y nos volvimos a Bruselas. Siguiente parada, como no podía ser de otra forma, Delirium con los de mi residencia. Era jueves y había música en vivo, con lo que se agolpaba muchísima gente, hacía calor y las cervezas eran un 25% más caras. Así que me pedí una floja, en honor a Cristina, una de esas cervezas de frutas que se sirven en un vaso que no es vaso, sino medio coco... poco después de terminarme la pseudobirra estaba de vuelta en la resi... Para hoy habíamos planeado visitar alguna otra ciudad o Waterloo, pero un plan bastante atractivo se nos ha cruzado. Una barbacoa en la resi, así que la carretera la dejaremos para mañana.

Mañana por cierto visito la que podría ser mi madriguera a partir de octubre... la verdad es que espero que esos 10 minutos a pie que prometían hasta Schuman no pasen de 20, aceptando hasta cierto punto la publicidad engañosa... Y en cinco días vuelvo por fín a mi islote... esa isla que algunos miserables salpicaron ayer con sangre de inocentes.

martes, 28 de julio de 2009

Homecoming


Llegaron con tormenta pero en unas horas, milagrosamente, se hizo verano. Miramos las fotos de su primera jornada en Bruselas y parece increible que fuesen del mismo día. En unas paraguas y chaquetas, en otras tirantes y gafas de sol.

Ayer dormí no más de tres horas. El día amaneció despejado y soleado pero la falta de sueño y un colchón viejo me hacían ver demasiadas nubes. Acompañé a Cristina y Teresa hasta la Gare du Midi, donde debían coger el bus que las llevase a Charleroi. Ahí esperamos unos quince minutos a que la chofer volviese de desayunar y entonces las despedí, me dí media vuelta y volví al metro. Unas horas después la lluvia volvía a Bruselas.

Los días precedentes habían sido agotadores.

El Viernes no madrugamos, aunque yo dormí menos horas de lo que normalmente habría dormido, y a las 11 de la mañana estaba en pie. Entonces fui a comprar unas pizzas y comimos cómodos y baratos en la residencia. La tarde la echamos en el Atomium y la noche, cómo no, en el Delirium.





El Sábado tampoco madrugamos. Viendo lo rápido que se pasaban las horas en el Delirium, informé a las visitantes de que para conocer Gante no era necesario pegarse un madrugón y que bastaba con pillar el tren a la hora de comer. Como tampoco hacía falta mucho esfuerzo para disuadirlas de la idea de madrugar y se fiaron de mí. No fue hasta bien pasado el medio día que cogimos el tren. Gante, como ya os conté en su día, es una ciudad que sorprende. Te sorprende porque por alguna razón todo el mundo habla de Brujas y al no esperar gran cosa te quedas chocado. Como no podía ser de otra forma, la ciudad les impresionó. Pero no es una gran ciudad y los principales puntos que deben ser visitados están muy cerca el uno del otro conformando una panorámica que en muchas ocasiones te desborda. Mires donde mires todos los edificios son impresionantes, castillos, torres, iglesias, puentes... pero como digo esto es porque todo está concentrado en una misma área. La ciudad por lo tanto se visita en una tarde, pero es que ese día además, Gante estaba celebrando aún sus fiestas que duran 10 días, y la ciudad era completamente distinta a la que había visitado en junio. El centro era un hervidero de turistas y curiosos que se arremolinaban en torno a las decenas de conciertos y espectáculos que salpicaban la ciudad histórica. Niños tocando violines y flautas, escoceses con sus gaitas y atuendos típicos, música latinoamericana, bailarines de break dance... cada cien metros, un show. Pero donde se concentraba el espectáculo era a ambas orillas del canal, donde las terrazas y la música te invitaban a pensar que tal vez Gante hubiese sido movida del mapa unos cuantos cientos de kilómetros al sur. Ahí vi a algunos pasear con una soga al cuello. Era una cuerda blanca y negra y me llamó mucho la atención y me gustó, así que me compré una igual y, como las chicas se volvieron locas con una pulsera que habían visto, le compré otra igual a mi hermana. Ese día volvimos a Bruselas apurando al límite y pensando que a las 00.00 pasaba el último bus que nos podía llevar a la residencia, y como antes del bus teníamos que coger un tren y un metro, dejamos Gante sobre las diez de la noche, apurando digo, pero sin miedo a perder el tren, al fin y al cabo quedarse hasta las cinco de la mañana en una ciudad tan animada no nos habría supuesto ningún trauma.







El Domingo también me levanté sorprendentemente pronto. Sobre las nueve estaba en pie. La noche anterior no habíamos salido porque habíamos utilizado el último bus para ir a la resi, así que las comunicaciones con el centro estaban cortadas. Daba igual, trasladamos la fiesta a la residencia así que tampoco nos fuimos a dormir temprano. Aún así nos levantamos relativamente pronto. El día se presentaba muy relajado. Ya habíamos visto prácticamente todo lo que había que ver en Bruselas, habíamos subido al Atomium y habíamos visitado Gante. Así que, como ellas querían un día para ir de compras, nos fuimos de cabeza al centro. Los chocolates no podían faltar en la lista de la compra y ante la vorágine consumista de las señoras, pensé que mejor no dejarlo para el último momento y comprar, ya que estábamos, los chocolates que llevar a Palma. La mejor compra sin duda fue la placa del Delirium que compró Cris. Ni miniaturas del Manneken, ni reproducciones del Atomium, ni postales de la Grand Place... lo mejor es comprarse la placa del Delirium Tremens. Cuando se saciaron nos dirigimos, yo con mi bolsita pequeña y ellas cargadas con puñados de bolsas, a la Grand Place, donde nos tomamos una cerveza en una terraza antes de volver, cómo no, al Delirium, donde hemos pasado más horas que en la residencia y donde se despidieron de Bruselas.

Esa noche dormí no más de tres horas. El día amaneció despejado y soleado... y el resto de la historia ya os la sabeis.



viernes, 24 de julio de 2009

I Do



Ayer solo dormí cuatro horas. Sorprendentemente la secadora ya no te pide tres monedas para secar la ropa de verdad, y con una sola programa un secado de noventa minutos y no de veinte como hasta hace una semana. Así me tocó quedarme hasta entrada la madrugada para recoger la ropa limpia y seca. Por la mañana me despertó un taladro que perfora con empeño para instalar una conexión a internet por cable. Algo que no entiendo porque a día de hoy disponemos de red sin cables... Pero bueno, me vino bien para no quedarme dormido y llegar a tiempo a la Gare du Midi, donde tenía que encontrarme con Teresa y Cristina. Realmente la puntualidad daba igual después de habernos tirado casi una hora buscándonos en una estación enorme y mal señalizada. Como aquella vez en la que fui a buscar a Isa, Gare du Midi se convirtió en un absoluto laberinto. Pero al final las encontré.

Ahí empezó el día para mí, aunque para ellas había empezado la noche anterior que pasaron en el Aeropuerto tapadas con toallas a falta de mantas y esperando un avión madrugador. Llegamos a la resi y nos relajamos para tomar impulso... el día iba a ser muy largo. Una pizza y una cerveza para empezar y ya estábamos listos para patear la ciudad. El clima jugaba en nuestra contra. La lluvia insistente que las recibió dio paso a un respiro con un poco de sol... y luego a otra intensa lluvia... y luego otro trozo de sol... y al final los cachos de verano eran más largos que los de otoño hasta que se nos quedó una noche despejada y agradable.

Poniéndonos y quitándonos jerseys y capuchas, recorrimos la Grand Place y visitamos al Manneken Pis y a la Jeaneken Pis. Pateamos las callejuelas del centro, visitamos el barrio europeo y nos tomamos una cervecita en la Plaza de Luxemburgo. Después de esto volvimos a la residencia donde nos preparamos para afrontar lo que se preveía como una dura noche... Esta empezó en Delirium Tremens, donde se celebraba un concierto y donde Cris se enamoró de las cervezas de frutas. Un par de horas después cruzamos el callejón para visitar el pirata Floris y pedir uno de sus famosos y poderosos mojitos. Ahí nos encontramos con gente de la resi. El cansancio fue haciendo mella en Teresa y la opción del taxi cobró fuerza. Reventados, nos despedimos del largo día...

...Y esta mañana, madrugando de nuevo gracias al taladro, descubro en mi bandeja de entrada que en Octubre tendré que sacarme, finalmente, un billete para Bruselas...










miércoles, 22 de julio de 2009

Through the looking glass

Último día en la oficina. El calor agobiante te recuerdan que aunque es el primer julio fuera de Mallorca, el verano llega y avanza sin esperarte. Como nuestro amigo Fran, perdido por Canadá y Alaska, convirtiendo julio en invierno. Las nubes que se cruzan rápidamente con el sol, como un interruptor de la luz que alguien encendiese y apagase, te recuerda que esto es Bruselas. Ayer los belgas celebraban el día de su patria pero yo trasladaré las celebraciones al próximo fin de semana, que es cuando se tienen que celebrar las cosas. Mañana aterrizan en el corazón de Europa dos barberianas con ganas de quemar la ciudad y yo aún no he ni pasado la aspiradora por la moqueta de la habitación... Me tocará madrugar un poco más porque lo de coger las pelusas con las manos está bien salvo cuando estas se acumulan en sitios inaccesibles tanto para la mano como para el ojo humano... y claro, cuando el viento las saca de sus escondites ya no es que parezcan ratas, es que incluso parecen marmotas. A partir de mañana colgaré las fotos de las nuevas visitantes y la habitación impoluta.
Antes de que acabe el día, por otra parte, mi móvil debería sonar...

sábado, 18 de julio de 2009

The beginning of the end

Tras cuatro días seguidos de trabajo, nuevamente se presentan ante mí unas mini o maxi vacaciones. La semana pasada tuvimos un poco más de actividad. Resulta que la organización en la que trabajo está en trámites para crear una Fundación, y uno de los aspectos que deben atenderse con mayor interés es la creación de la página web. Así que durante estos cuatro días mi trabajo ha consistido en visitar distintas páginas de fundaciones para obtener los factores comunes, aquellas cosas que se repiten en todas las páginas. La página se encarga de hacerla un conocido nuestro que nunca falla en la Plaza de Luxemburgo, por lo que al fin y al cabo todo queda en casa. No ha sido mucho trabajo la verdad, os podeis imaginar que para visitar unas cuantas webs no se necesitan muchas horas ni muchos días... pero al fin y al cabo era algo más o menos útil. La semana que viene se presenta con la promesa de una llamada telefónica y el martes es la Fiesta Nacional de Bélgica, por lo que el lunes tampoco se trabaja y en principio vuelvo a la oficina el miércoles... aunque tampoco está nada claro teniendo en cuenta que no hay mucho trabajo que hacer y que mi jefe empieza sus vacaciones el jueves... así las cosas he llegado sin darme cuenta a las vacaciones pisando el freno desde marzo hasta aparcar a mediados de julio por tiempo indefinido. Por detrás queda una larga temporada con los niveles de estrés por los suelos... desde septiembre podríamos decir... y por delante se presenta un mes de agosto de relax total y absoluto además de una duda: tras esta primera y light aproximación al mundo laboral, ¿seré capaz el día de mañana de rendir en un trabajo en el que tendré que presentarme de lunes a viernes a las ocho de la mañana, semana tras semana, abordando objetivos, soportando estrés, teniendo como mucho una hora para comer y no tres como ahora y haciendo horas extra? Desde luego, a día de hoy, no he sido entrenado para ese reto pero a 18 de julio, ni me importa.

martes, 14 de julio de 2009

The Constant

Resulta que ayer por la mañana quien escribe, tras haber dormido solo tres horas, estaba en la puerta de la oficina tocando al timbre como un loco... Mi jefe vive en el mismo edificio donde tenemos el despacho, por lo que alternaba un telefonillo con otro. Nada. A veces, cuando el botón de la oficina enmudecía y probaba con el de su casa, una voz me pedía que le diese 30 minutos -que luego eran 60 ó 90- porque las sábanas, ya se sabe, tienen un tremendo poder de atracción, algo que yo también sé muy bien pero que ese tal Newton ignoró al centrarse en la caída de las manzanas. Pero ayer, tras media hora de guardia en la puerta de la oficina, con il iPod cojo -uno de los auriculares ha dejado de funcionar. Sí, lo que me faltaba en este caos tecnológico de ordenadores impotentes y cámaras rosas que me rodea... por no hablar de la imposibilidad de contactar vía telefónica con Palma de Mallorca...¿que tienen las máquinas en mi contra que han decidido sublevarse todas a la vez?- pero al menos disfrutando del solecillo. Sí, gracias a Dios el sol volvió a hacer acto de presencia el domingo después de cumplirse seis días de penumbra y lluvia... y después de arrepentirme durante seis días por haber deseado el fin del sol y el calor... pero el que no se presentaba era Dave... Obviamente a la media hora he dado media vuelta y me he vuelto a la resi... así, por la cara, dos horas perdidas...

¿Y por que a la resi? Un día soleado, un día libre... pero Jette -o como la llama Isa O-Jette- se ha convertido en la madriguera en la que espero a que pasen los días, simple y llanamente, sin obligaciones, sin responsabilidades, sin estudiar ni trabajar. Espero a que vengan a visitarme los del Barberán, espero a tener noticias sobre mi futuro profesional, espero a que sea fin de semana para que alguien me acompañe al Delirium... pero nada más, res de res que se diría en mi isla. Aishhh cuánto hecho de menos esos juegos de ordenador con los que he visto tantas veces amanecer... cómo hecho de menos el Civilization, el Empire Earth, el Sim City, el Age of Empires, el Geopolitical Simulator... creo que lo primero que haré cuando pise Palma será instalar todos esos juegos en el ordenata de mi hermana e invertir horas en abstracción. Y es que aquí la constante ha sido más bien el ocio... pero el ocio es caro y no estamos para derroches mientras el ordenata tampoco está por la labor de proporcionarme entretenimiento barato....Desde el lunes pasado mi jefe ha estado en España y en teoría debía llegar el domingo para trabajar el lunes pero... he tenido que enviarle yo un sms anoche para descubrir que la rutina -¿rutina he dicho? si la rutina, la constante, es precisamente resi...- se reanudará hoy martes.

Pero mucho antes de eso, mientras volvía del fallido intento de trabajar, dos caprichos que no suelen visitarme me han asaltado. Comprar verduras e ir a misa, fíjate tú. Ni soy muy religioso ni mi dieta es muy variada -salvo cuando como en casita- pero es que hay determinadas cosas que a veces el cuerpo te pide. Y ayer, cuando bajaba del autobús para ir a comprar la ensalada empezaban las campanas de la iglesia a repicar llamando a la misa de las 11.00, así que para allá que he ido, a esa misma iglesia picuda que veo desde la ventana de mi habitación, esa iglesia que es la primera muestra de civilización que aparece entre mi residencia y el resto de Bruselas, situada muy cerca del Carrefour es el centro de uno de esos núcleos donde se puede decir que hay vida, vida de barrio, o al menos vida más o menos organizada en vez de edificios autónomos e independientes como un hospital, un parque de bomberos o una residencia de estudiantes.

Y hoy nuevamente me siento delante del ordenador de la oficina a revisar todos los periódicos online de España. Uno tras otro. Empiezo con El Mundo y acabo con El País, como si fueran portada y contraportada después de haber pasado por El Semanal Digital, ABC, La Razón, Periodista Digital, Libertad Digital, El Confidencial, El Confidencial Digital, La Nación, El Imparcial, La Vanguardia, Estrella Digital, Libertad Balear... y cuando llego al último, vuelta a empezar, que para entonces seguro que el primero a actualizado. Y así no me queda más de una semana de 'curro'. Después visita de Ratochas, después visita de Markés... y después playa, fiesta y mucho, mucho entretenimiento en forma de juegos... sí, esa será a partir del 5 de agosto mi nueva constante.

lunes, 6 de julio de 2009

Listen the rain on the roof


Y ya por fín llovió. Siendo como soy de verano, sol y calor, no me podía imaginar celebrando una tormenta. La verdad es que no ha sido ninguna sorpresa. Ya al medio día el aire se movía como no lo había hecho en semanas. Unas nubecillas negras se abrían paso arrastrando ese característico olor a lluvia. Y entonces ha sucedido. El viento ha empezado a solplar con más fuerza y un manto gris ha ocultado la ciudad, por fín la Bruselas gris y lluviosa. Ha llovido bien y con fuerza, pero tan solo durante unos minutos. No hacía falta más, ha sido suficiente para rebajar un poco las temperaturas, para limpiar el aire sofocante y dejarnos con el olor a tierra mojada. Ahora el sol nuevamente se abre camino en lo que me comentan que ya debe ser el final del verano bruseliano... corto pero intenso por lo que veo...

Por lo demás semana de vacaciones en la que intentaré sacarme el billete de ida a Palma sin conocer aún la fecha de vuelta a Bruselas y si los señores de Ryanair me dejan... y semana en la que empezaré a planear la visita de las ex barberianas ahora ratochas y la cata de cervezas en el Delirium que la economía nos permita. Y en esas estamos...

sábado, 4 de julio de 2009

City on Fire

Bruselas es un infierno. La humedad no baja del 50% durante el día y alcanza hasta el 90% en la madrugada. Las temperaturas rondan los 30 grados y el aire ni se mueve. La ropa se pega al cuerpo y va directa a la lavadora tras un solo uso. Tolero muchísimo mejor el calor que el frio, pero no me importaría nada que reapareciese la famosa Bruselas gris y lluviosa que me prometieron aunque sea por unas horas... una buena nevada tampoco estaría nada mal, o simplemente una ráfaga de viento que mueva este aire viciado y pesado. Fuera, ni los pájaros se atreven a volar.

miércoles, 1 de julio de 2009

Maternity Leave



Estabamos donde las águilas y los buitres cuando un rugido atronador nos hizo movernos a marchas forzadas. Después de haber estado esperado pacientemente en su correspondiente foso, la tigre non c'era, pero ahora parecía convocar a todos los visitantes que aún, pacientes, esperasen su aparición. Llegamos corriendo antes de que volviese a desaparecer en el cuartito que se divisaba tras unas hojas de palmera. Nos cruzamos con un montón de gente sentada en la terraza de un chiringuito, con turistas armados con cámaras de fotos y con un pato histérico que no dejaba de graznar. Qué simpático el pato que no tiene miedo a la gente. Llegamos al cerco del tigre y ahí estaba tumbado, majestuoso, solo, rugiendo no se sabe por qué, tal vez porque se sabía la estrella del Zoo de Amberes. Entre el enorme tigre y nosotros solo había un foso. El felino más grande del mundo se lamía como si fuese un gato de tres metros cuando en el foso, nadando, descubro dos pequeños patitos. Detrás mía el pato adulto seguía graznando como loco sin prestar atención a la gente cuando de repente lo entendí todo: estaba buscando a sus hijos que, de alguna forma, habían acabado en el foso del tigre. Los patitos nadaban desesperados sin poder salir del agua, pues el bordillo estaba demasiado alto. O eran rescatados al anochecer por el personal del zoo o su muerte era segura, bien por agotamiento bien sirviendo de aperitivo al tigre. Los niños pequeños correteaban persiguiendo a la pata que llamaba desesperada a sus crías sin ser conscientes del drama que se estaba viviendo. Comprendiendo en aquel momento que incluso algo tan simple como un pato es capaz de padecer, entendí el papel fundamental que en nuestra sociedad juegan los zoos, amados y denostados a partes iguales pero que conforman, desde mi punto de vista, una herramienta de educación fundamental que acerca la naturaleza a todos aquellos niños sobre cuyas espaldas recae la responsabilidad de proteger o salvar el planeta, el medio, la biodiversidad y para quienes los zoos constituyen la única aproximación posible a unos animales a los que solo pueden proteger queriéndolos y a los que solo pueden querer conociéndolos.



Y ya que hablamos de madres, no quiero dejar de felicitar a la mía por sus recientes éxitos.

El verano ha llegado definitivamente a Bruselas. Tras una semana de temperaturas agobiantes estamos en condiciones de certificar que aquí, también, es verano. ¿Y como pueden vivir en el norte sin sol y calor? Pues señores, viven igual que nosotros. Por mucho que llueva, por muchos días grises que hayan, a los bruselianos les gusta el sol tanto o más que a nosotros. Estos días las calles están a rebosar. Más de 30 grados invitan a los nativos a vestir tal y como vestirían los españoles en España. Y así estoy yo, que he cambiado los restaurantes por un bocata y un parque con el fin de matar el blanco nuclear belga que me ha acompañado desde hace meses y vaya si lo he conseguido, de hecho hasta me he quemado¡¡

Por lo demás han sido días de bastante trabajo en los que, en contra de la costumbre establecida, lejos de salir un par de horas antes del fin de mi jornada, he salido una después. Mañana la curva de stress baja de nuevo y tocará fondo el lunes. Mi jefe, Dave, se va de Bruselas y tengo por delante una semana libre. A partir de entonces tan solo me quedarán una o dos semanas de trabajo... y después Palma de Mallorca. No deja de acollonarme cómo pasa el tiempo.